El Director de Seguridad y el Liderazgo Político (III)
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Suplemento Temático: Los nuevos retos del Director de Seguridad
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El Director de Seguridad y el Liderazgo Político (y IV) (27/03/2012)
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Julian Flores Garcia
Soy Director de Seguridad.Consultor y experto de Seguridad Internacional para Latinoamerica:Colombia y Venezuela Con experiencia en el Area de Consultoria Técnica y Asesoramiento para la internacionalización de su empresa mediana o pequeña en los nuevos mercados de Latinoamerica
Video informativo: Internacionalización, liderazgo y seguridad de Empresas. Julian Flores Garcia Dejar un comentario
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30 abril, 2013 por Julián Flores Garcia
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Los tres pilares del crecimiento inteligente
Maquiavelo,
a quién se le atribuye el creador de la ciencia política, resumía la
misma como “el arte de alcanzar el poder” y con total cinismo
relacionaba las cualidades de todo “príncipe” (político en la
actualidad), balanceando todo su bagaje entre el ser “amado” o “temido”.
Para Maquiavelo lo ideal sería que lo fuera en los dos vectores a
partes iguales, aunque en caso de inestabilidad era preferible que el la
balanza se decantara por lo segundo.
Lo
triste de la ciencia política es que una buena parte de los políticos
se declaran, consciente o inconscientemente, partidarios de las teorías
del político renacentista.
En
la primera columna sobre el liderazgo político, relacionábamos las
cualidades del político, y en la segunda tratábamos los dos primeros:
visión de futuro y credibilidad, veamos en la presente si llegamos a
buen puerto con el análisis de las demás.
Moisés Ruiz, profesor titular en la Universidad Europea de Madrid, editó en 2008, un interesante libro sobre liderazgo(1),
práctico, ameno y con muchos ejemplos extraídos del mundo empresarial,
de la política e incluso de los posiblemente grandes líderes de la
Humanidad. Asumiendo gran parte de sus planteamientos, no estoy de
acuerdo con la mención a la existencia de “microlíderes”, expresión en
mi opinión no afortunada, porque si el liderazgo es una forma de vida,
cada uno lo ejerce en el ámbito de su función, con gran repercusión
social en el caso del político o con la necesaria para salvar una vida
humana como el caso del bombero, policía o vigilante de seguridad,
siendo el objeto de la presente columna analizar las cualidades de los
líderes políticos para que sirvan de “buenas prácticas” para los demás.
El
político y por ende a todo que quiera ser líder tiene que se capaz de
transmitir y gestionar pensamientos. Un líder se encuentra delante de un
colectivo, debiendo darse cuenta lo más rápidamente posible de las
posibilidades que tiene, tanto como grupo como individualmente cada
persona. Hoy día se emplea, con más profusión de lo que se debiera, el
concepto de “Gestión del Conocimiento”, y que en el caso del líder sería
repartir información y conocimiento, gestionarlo y producir más
conocimiento, de tal forma que un líder obtenga un “fruto” más que
apreciable de un colectivo.
Para
que un política tenga capacidad de gestionar y transmitir conocimiento y
sacar lo mejor de una colectividad, debe ser también capaz de crear
confianza a su alrededor. Una colectividad puede ser una masa amorfa y
sin rumbo, pero si se le plantea con claridad el reto a conseguir, si se
dispone de la suficiente credibilidad en el planteamiento y si se
transmiten adecuadamente las ideas fuerzas, todo ello con serenidad, se
está convirtiendo a esa masa amorfa en una comunidad, la cual ya tiene
vida propia concretada en objetivos y medios, toda ello dirigido por el
líder político.
Las
cualidades que se han relacionado conforman lo que podríamos decir los
pilares fundamentales de un líder político, debiendo afianzarse con una
suficiente claridad de juicio, para discernir entre tantas opiniones e
información, cuáles son las aprovechables y en las que debe basar sus
ideas fuerzas sobre la colectividad que pretende liderar.
En
una ocasión me encontraba en un restaurante y en la mesa de al lado se
encontraba un afamado político, pues bien la única voz que escuché en
toda la noche fue la suya, como si los demás contertulios no tuvieran
opinión o cuanto menos fuera menospreciada por él. El político tiene que
procurar por todos los medios a su alcance, mediante un autoanálisis
mental (ejercicios espirituales para el liderazgo jesuítico, tal como
tratamos en otra columna), no “endiosarse” y pensar que “él es
simplemente un guía”: un líder, y entre sus funciones no está la de ser
el eje de “su universo”, sino la luz que alumbra a la colectividad, por
ello un buen líder político debe hablar, pero fundamentalmente debe
“saber escuchar”.
La
confianza en sí mismo es otra cualidad o función básica que debe
disponer un líder. Esa confianza en sí mismo se nutre del propio
conocimiento de sus capacidades (volvemos a los ejercicios espirituales:
“conócete a ti mismo”) y de saber reunirse con el equipo de personas
que llenen sus lagunas conceptuales, de tal forma que ante cualquier
problema tenga la plena convicción, que podrá equivocarse, pero que se
encuentra en óptimas condiciones para decidir dar respuesta a las
necesidades de la colectividad a la que sirve.
Por
último hablaremos de la honestidad y de la delegación de funciones. La
primera es una virtud que debe ir unida a todo ser humano, pero desde
luego debe ser preminente en el político, y además, como se decía de la
“mujer del César”, no solamente hay que serlo, sino parecerlo y
ejercerlo de forma plena. Por su parte el líder político no tiene la
omnipresencia y ni la omnisciencia, y mucho menos querer ejercer como si
las tuviera, por ello debe delegar funciones, no “como representación
en un acto”, sino a su equipo en ejercer una determinada capacidad de
decisión. De esta forma la sombra del líder político se alarga y llega
acertadamente a todo el colectivo que debe guiar.
Si
reflexionamos desde nuestra posición de director de seguridad, o de
miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad o de las Fuerzas Armadas,
vemos que todo lo se ha tratado tiene sentido para el bagaje intelectual
de nuestro liderazgo. Para eso se escriben estas líneas.
En
una próxima columna sobre el liderazgo político, esperando que sea la
última, analizaremos una faceta de gran importancia: el de la pasión y
la inteligencia emocional, veremos desgraciadamente que la inmensa
mayoría de los políticos que visualizamos día tras día hay una gran
“falla” en esta cuestión.
(1) RUIZ, Moisés. ¿Para qué sirve un líder? Editorial Díaz de Santos. Madrid, 2008.
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